Al crear un proyecto de software, hay quienes desean correr sin saber aún cómo caminar. Es normal que, al lanzar un producto, se tenga la sensación de que existe sólo una oportunidad para que quede “perfecto”.
Siempre existe presión al desarrollar un producto digital— hay dinero invertido, se han creado expectativas y buscamos lograr resultados con impacto. Todo esto da pie a la idea de que el producto necesita tenerlo todo antes de ver la luz. Sin embargo, esperar que la primera versión tenga todas las funciones deseables antes de lanzarlo puede ser contraproducente. No deberías negarte a desarrollar y lanzar tu producto a menos de que esté “perfecto”.
Lo explicaremos de otro modo: no te negarías a competir en una carrera de ciclismo hasta que pudieras ganar el Tour de France, ¿correcto? Tampoco te negarías a actuar en una película hasta que pudieras ganar el premio Oscar, ¿verdad? Entonces, ¿Por qué deberías negarte a lanzar tu producto hasta que sea “perfecto”? Rara vez estarás en una situación de “todo o nada”. Si quieres llegar a la cima, debes ir paso a paso.
No importa qué tan ambicioso sea tu proyecto, esperar a que tu producto tenga mil características para finalmente lanzarlo no es lo más recomendable. Aquí te explicaremos:
- Por qué lanzar el producto sólo cuando sea perfecto es la estrategia equivocada.
- La importancia de validar el producto.
- Las ventajas de iniciar con una primera versión pequeña.
Estrategia equivocada: Lanzar el producto sólo cuando sea perfecto
Pensemos como analogía a nuestro producto digital nuevo en un emprendedor que quiere iniciar un pequeño negocio de entregas a domicilio. Esta persona podrá hacer muchas más entregas si tuviera una flotilla de vehículos de reparto, con logos a los costados, personal uniformado y un sistema de logística completo. Sin embargo, ¿Cómo enfrenta la incertidumbre del éxito de su modelo frente a la competencia que ya está operando? ¿Cómo sabe si su mercado es el correcto? ¿Qué pasa si tiene recursos limitados? Esperar a tener todo lo necesario desde el comienzo puede que no sea viable y más importante aún, hacer una inversión muy grande sin haber validado la idea y modelo frente al mercado es muy riesgoso.
Además de tener el riesgo de no tener suficiente información para validar tu idea y modelo, al querer desarrollar un producto masivo desde el inicio te podrás enfrentar a las siguientes realidades:
- Mientras más complejo sea un producto, es más probable que aparezcan problemas que causen retrasos.
- Como las ramas de un árbol, las nuevas funcionalidades se multiplican y generan otras nuevas necesidades. La complejidad puede crecer sin control. Todo esto implica trabajo adicional para desarrolladores y testers.
- Siempre habrá más ideas que presupuesto disponible. Cuando trabajamos en un nuevo producto digital hay que ir con la idea de que para ser exitosos, tendremos que hacer trade-offs.
- Las revisiones de diseño pueden quitar mucho tiempo y mermar el presupuesto sin agregar mucho valor al producto.
- Es común querer incrementar la complejidad sin incrementar los plazos. Esto genera presión extra en el trabajo y puede ocasionar una disminución en la calidad.
A la larga, esto se convierte en un efecto bola de nieve, haciendo que la lista de pendientes siga creciendo. Adoptar esta estrategia genera el riesgo de no tener un producto viable a mostrar después del tiempo, dinero y esfuerzo invertidos.
La importancia de validar tu producto
Así como para nuestro emprendedor el montar una empresa con todo lo que busca desde el primer día no es lo más recomendable, también ocurre lo mismo en proyectos de software. Para resolver este problema, existe en la industria un concepto del que seguramente has oído hablar: los productos mínimos viables (MVP por sus siglas en inglés). Éstos son la primera versión que cuenta con el mínimo de funciones posible y que satisface las necesidades de negocio. Empezar con un MVP permite recopilar información, conocer el mercado, conocer a los clientes y validar que vamos por un buen camino antes de hacer una inversión más grande.
Recordemos que un nuevo producto digital vivirá por tres etapas:
- Validación: ¿Estoy resolviendo un problema real? ¿Tiene pies y cabeza mi solución? ¿Vale la pena hacer esto?
- Product/market fit: Veamos el comportamiento de los usuarios. ¿Es viable mi solución? ¿Mi acercamiento es el correcto?
- Escalamiento: Hemos dado al clavo, ahora busquemos que nuestro producto tenga el mayor alcance posible!
Trabajar con una primera versión de producto digital que sea pequeña y funcional permite validar nuestras suposiciones y manejar los riesgos de mejor manera. Trabajar con un MVP es fundamental antes de empezar a enfocarte en el crecimiento de tu producto.

La solución ideal: Lanzar una primera versión pequeña
Aún teniendo una estrategia que comience con un MVP, hay proyectos que tienen la tendencia a querer un producto mínimo viable masivo. Es decir, que durante el proceso de desarrollo, antes de lanzar, continúan agregando funcionalidades (el famoso scope creep), buscando que esa primera versión sea lo más completa posible, sobrecargándola de requerimientos. Es muy fácil ver que un proyecto así termine en desastre, sin producto terminado y con el presupuesto agotado.
Tratando de complacer a todo el mundo, es muy probable que tu proyecto de software fracase.
Volvamos a la analogía del emprendedor con el servicio de repartos. En vez de esperar a tener la flotilla de vehículos soñada para comenzar a trabajar, podría él mismo comenzar a hacer repartos a bordo de una bicicleta. Conforme consiga el éxito y recursos, eventualmente la cambiará por una motocicleta, después conseguirá su primer vehículo y así sucesivamente hasta lograr tener su flotilla. De esta forma, el repartidor podrá comenzar a ofrecer su servicio de inmediato y con una baja inversión, descubrir dónde está su mercado, cuál es el área geográfica que debe cubrir, refinar el modelo de cobro y precios y además estará obteniendo ganancias desde el principio.
Desarrollar un nuevo producto de software es un proceso similar. Empezar con una primera versión pequeña es la mejor forma de dar a conocer tu producto, y a partir de allí, ir mejorándolo. Haz que la gente lo use, y de acuerdo al feedback obtenido, podrás refinar tu modelo, oferta y producto.
Ventajas de empezar con una primera versión pequeña
- Permite comprobar el potencial de éxito. En vez de especular, puedes rápidamente validar tus suposiciones más riesgosas viendo resultados concretos.
- Buy-in de los stakeholders. Demostrando tu capacidad de entrega y la calidad de los primeros resultados, será más fácil conseguir más tiempo y dinero para desarrollar el producto.
- Podrás escuchar a los usuarios. Conociendo las impresiones y comentarios de tus primeros usuarios, podrás hacer los ajustes necesarios y adaptarlo de acuerdo a la información obtenida.
- Te da un enfoque. Las versiones pequeñas ponen una meta alcanzable con objetivos concretos que permiten enfocarte. Podrás reducir riesgos y trabajar con menos presión.
- Administración adecuada de recursos. Si cuentas con recursos limitados, podrás utilizarlos desarrollando las funcionalidades más importantes para el primer lanzamiento.
- Reduces complejidad y bugs. Lanzando una versión pequeña, tendrás más posibilidades de ofrecer un producto menos complejo y libre de errores.
- Mayor control sobre el costo. Estimar proyectos grandes puede ser complicado, más aún con lo incierto que puede ser el futuro. Empezando pequeño, podrás ir ajustando costos a medida que se trabaje en cada nueva versión.
- Ritmo de trabajo sostenible. Al no existir la presión que implica trabajar en un producto mínimo viable masivo, tu equipo puede trabajar con más calma y así desarrollar un código de alta calidad.
Ejemplos de lanzamientos pequeños.
Algunas de las compañías más grandes y exitosas de los últimos tiempos ofrecieron un producto pequeño en sus inicios:
- Instagram. Comenzó sólo como un álbum de fotos digital. Hoy, puedes promocionar productos y servicios en su plataforma, ver y transmitir videos en vivo, conocer lo que la gente está publicando a tu alrededor, y más.
- Zappos. Esta zapatería online comenzó como un modesto site usando el stock de zapaterías locales. Su fundador adquiría los zapatos en dichos locales y los enviaba al cliente. Con una inversión mínima, comprobó la rentabilidad de ese modelo de negocio antes de desarrollar el producto completo.
- Dropbox. Los creadores de esta herramienta de almacenamiento optaron por publicar un video explicando el funcionamiento del producto antes de desarrollarlo. ¿El objetivo? Comprobar si había una demanda real y obtener feedback. Meses después, Dropbox fue lanzado al mercado con éxito.
- Airbnb. Esta plataforma de alquileres empezó con un sitio web y unas camas inflables. Lo hicieron para aprovechar el espacio sobrante en el apartamento de sus fundadores durante un evento que abarrotó todos los hoteles de San Francisco, el resto es historia.
Trabaja con pequeños lanzamientos
¿Qué sigue una vez que hemos lanzado nuestra primera versión pequeña?
Una vez que termines tu MVP, el trabajo no ha concluído. El desarrollo de un producto es un proceso constante: seguramente tendrás ideas nuevas y mejoras a incorporar, los usuarios siempre van a demandar más cosas y el software tendrá que estar en constante actualización y mantenimiento.
Trabajar en un proyecto así de ambicioso puede resultar abrumador y la mejor forma de hacerle frente es dividirlo en pedazos más pequeños. Si asignas una meta a cada una de las versiones siguientes al lanzamiento inicial, podrás ir solucionando problemas puntuales que surjan, evaluar el funcionamiento del software e implementar nuevas ideas de forma progresiva. El secreto está en la mejora iterativa.

Conclusiones
Muchas veces, lo perfecto puede ser enemigo de lo bueno. Aunque lo natural será querer lanzar un producto digital nuevo lo más completo posible, empezar desde lo más básico e ir iterando a partir de allí es lo más recomendable.
El desarrollo de un producto requiere de un esfuerzo de mejora y crecimiento constante.
No importa que tan completo sea en su lanzamiento, o que tan avanzado pueda llegar a ser en el futuro, siempre habrá alguna mejora por hacer, o una nueva función por incorporar. Vivimos en un mundo en constante cambio y evolución. Y tu producto, al formar parte del mundo, debe cambiar y evolucionar con él.